lunes, 27 de octubre de 2008

Die Heimkehr


¿Por qué hacia el final el autor se había desviado del patrón? Y otra pregunta igual de interesante: ¿por qué lo había seguido hasta el desenlace?
Lo que yo había leído no daba la impresión de que él hubiera tenido delante páginas en blanco y la Odisea al lado y se hubiera dedicado a trasladar sin un ápice de imaginación aventura tras aventura del mundo de la leyenda al mundo de Karl. Más bien parecía un juego. Alguien tenía que escribir una historia, contar una historia de soldados que regresan de la guerra, conocía el argot, conocía la Odisea y no se complicó la vida. No se tomó la molestia de investigar la vegetación de Siberia, sus regiones y fronteras. Le daba igual que en dicho país los ríos no fluyeran hacia el sur, sino hacia el norte. Sabía que en Siberia hay tundra, bosques y ríos, que hacia el sur se torna calurosa y seca y que allí limita con otros países. ¡Para qué importunar al lector con los nombres!
Además, ¿deseamos saberlo con exactitud? Pensé en un viejo amigo que sabe denominar e interpretar las estrellas y constelaciones como nadie. Se lo inventa todo, pero aunque uno lo sepa, es un placer escucharle. ¿Es porque con los nombres verdaderos no haríamos mucho más que con los falsos? ¿Porque sólo se trata de familiarizarnos con el formidable resplandor del cielo estrellado mediante la designación y la interpretación?

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